martes, 31 de marzo de 2009

María Dolores


María Dolores aprendió del dolor. Primero los raspones en las rodillas, después las intervenciones quirúrgicas y una verdad que la dejó nock out: la adopción. ¿Quién se atreve a no querer? ¿Qué esbozo de humanidad puede dejar un hijo olvidado para engendrar otro cuatro meses después? Aún así, María Dolores pagó el karma, perdonó. Sí, perdonó. Y resurgió de cenizas para caminar, algunas veces, embardunándose en ellas. Tras el golpe o la caída,

María Dolores comprendió que el rosa tiene matices, que la felicidad no aparece por arte de magia: se la construye (a sorbos o borbotones).

María Dolores ama, vive, sueña. Y sigue caminando. También con ampollas en los pies.

1 comentario:

GRISELDA ESPIRO dijo...

Te quiero mucho, Amiga. Tu manera de decir me muestra horizontes de ternura infinita...